Para empezar: banco un montón que las empresas y los emprendimientos trabajen en su marca, en su imagen. Banco muchísimo el emprender, siempre.
Luego de este disclaimer, empiezo mi descargo de opinión.
El otro día estaba haciendo una “investigación de mercado” —lo mío es básico y sencillo, porque no es que sea una agencia—. Lo hago para poder ofrecer un mejor servicio.
Se reduce a una búsqueda en Instagram, en Google, etc., para encontrar emprendimientos o negocios similares que pueden ser competencia directa, indirecta, bla bla.
Y me encuentro con un par de marcas que tenían unos Instagram que vos decís: me enamoro. Videos, contenidos que, por lo menos para mí, transmitían esencia, personalidad, carácter. No hablo de cosas “aesthetic” vacías. No. Hablo de estilo propio de verdad.
Entonces pensé: “Esta marca me encanta, seguro que sus productos también”.
Pero cuando entré a la web… fue un bajón. La web estaba re linda, igual de cargada de personalidad, pero los productos no. Realmente lo que tenían para vender no estaba a la altura de lo que transmitían.
Ahí me acordé del dicho:
Cuanto más ruido hace la carreta, más vacía está.
Está buenísimo trabajar en la marca, pero también hay que trabajar en el producto posta. No es solo un adorno.
Sabés, es como tu personalidad y tu apariencia. Podés entrar en el estereotipo de belleza o trabajar muy bien tu imagen, pero si tu personalidad no acompaña o no tiene nada interesante que aportar… probablemente te cierren la puerta tan rápido como la abrieron.
Me da un poco de curiosidad: ¿están vendiendo de verdad? ¿O será que yo no soy el público objetivo de ese tipo de marca?
En fin, esta es una entrada de blog más en modo marketer, pero también desde mi lugar como consumidora. Y me gustaría conocer otras opiniones.
Después está el otro fenómeno: la marca pilla. Esa que tiene una muy buena identidad visual, cool y moderna, y un montón de productos que, de personalidad, esencia e historia, no tienen nada. Comprados en mayoristas, muy bien seleccionados (ojo, eso igual tiene valor, no está mal), pero no dejan de ser productos de baja calidad fabricados en serie.
Les pusiste tu marca, les hiciste un biribiri, sacaste unas fotos estilosas, los subiste a Instagram, hiciste la web linda… y les pusiste un precio cinco veces más de lo que realmente salen.
Ponele que estén buenas las cosas y tu esfuerzo en la presentación tiene su valor… pero yo, por lo menos, disculpen, no compro.
Y ojo: no lo digo solo por mí. Hay distintos perfiles de consumidor:
En realidad, todos tenemos algunas combinaciones de estas cosas.
En mi caso le sumo que, desde que estudié marketing, hay ciertas estrategias de marca que ya no me pasan desapercibidas. Y lejos de darme ganas de comprar, me generan lo opuesto: siento que me quieren vender gato por liebre.
El branding puede captar la atención y conectar muy bien. El producto y la experiencia (de compra, de uso, de soporte) son lo que mantienen la relación.
¿Te pasó de enamorarte en Instagram y desilusionarte con la propuesta?
Puede que hayan sido productos, marcas o personas…